Memoria, cuando el agua revela las piedras
arriesgando el frío con fúnebre sombra
y me desencajo narcotizado en este contratiempo
suplicando que renuncien los afectos,
desbarato los dominios antiguos, y las espinas
febriles dolientes de caudal en ofrenda entre la niebla.
Mi culpa desfila absuelta
(la estirpé para persistir
tras una disciplina insensata)
Y las orillas flaquean bajo el viento
con perfiles mansos como la muerte.
No las custodio, pero agradezco su austeridad.
Es tarde, y mis pies se detienen
a provocar el estrépito de la utopía:
y a las nervaduras que tu voz ha condenado en los ecos
mi palabra ha de restañar el camino.
Entonces los oráculos se pronuncian en el cuerpo
y habitan con ángulos de oscuridad los ámbitos de sus abismos,
vértigos más extremos que esta herrumbre mía.
7-enero-2016